miércoles, 11 de noviembre de 2009

La historia interminable

Cuantas veces la cabeza imagina situaciones que nunca se harán realidad, necesitamos la fantasía para transportarnos a sitios y momentos que serán imposibles de visitar o de tener.

Cuando tienes fijación por visitar algún sitio, por conocer una ciudad o país, sus gentes, sus costumbres, la vida cotidiana que se palpa en sus calles a través de las caras de sus habitantes, procuras buscar información y entenderla aunque sea en la distancia. Las herramientas que tenemos ahora, con miles de enlaces y fotografías a tiro de un solo clic de ratón, nos hacen conocer esos detalles con las experiencias que cuentan otros viajeros, a los que llegas a tener cierta envidia, que han podido disfrutar de paseos y vistas de ensueño; puedes ver las fotografías que han hecho mirando por los ojos de sus cámaras, dejando plasmadas en unos cuantos pixel las imágenes que quieren retener para poder revivir situaciones y momentos que cargaron en la mochila de ese viaje. Puedes llegar incluso a ponerte en el pellejo de ellos y sentir su frío o su calor, sus nervios o su tranquilidad, si el que cuenta de primera mano sus experiencias es un buen transmisor a través de las palabras.

Pero cuando la fantasía se traslada a pensar en momentos que queremos tener, en los que poco a poco vas añadiendo todo tipo de detalles, le pones, día tras día, una sombra aquí, una palabra allá, un gesto, una cara. Te haces un guión como en las películas; los diálogos, los decorados, extras que duermen en el cajero de un banco, un camión que descarga periodicos al lado de un kiosko, una mujer que corre cuesta abajo con unos grandes tacones, un semáforo en rojo que te hace detenerte... ese tipo de detalles que llegan a hacer que la fantasía sea perfecta.

Si un día se hace realidad y deja de ser fantasía, ya no puedes añadir más detalles, no puede ser media noche si ha sido un momento a mediodía, no puedes estar de pie si estabas cómodamente sentado. Y aunque solamente haya sido el momento original lo que se ha cumplido y no le acompañan las parafernalias que durante mucho tiempo te has encargado de añadirle lo importante es que se ha cumplido un sueño, lo de alrededor es mero atrezzo. A partir de ahí ya no será una fantasía, solamente habrá sitio para el recuerdo.


¿Será ese el momento en el que se encuentran las fronteras de Fantasía?¿Puede tener fronteras Fantasía?

Comencemos con un nuevo guión, a contratar nuevos actores y el diseño de decorados.

1 comentario:

  1. Hace tiempo que no me hago ilusiones para mí. Fantaseo y demás pero, en el fondo, sé que muchas de mis fantasías son imposibles (a menos que alguien sepa como cambiar las normas físicas, químicas y metafísicas de la realidad... ¿alguien de por aquí sabe cómo alterarlas :3?). Sé que la vida es lo suficientemente cruda como para saber que cuando llega a hacerse realidad algo que deseas, nunca será como esperas... y, la verdad, lo prefiero así: No me interesa una vida planificada y premasticada. ¡Viva la sorpresa! ¡Viva el imprevisto! Si hay alguna posibilidad de que lo que desees salga mal, mucho mayor placer recibirás si al final sale bien ^_^

    Interesante reflexión.

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