miércoles, 2 de diciembre de 2009

La traducción editorial, un reto.


Las editoriales deben contar en sus plantillas con traductores, unos mejor que otros como en todos los trabajos, pero se puede apreciar como han ido cuidando más esa parte fundamental en la edición de los libros, han mejorado mucho sobre todo en los de toda la vida. Lo he comprobado hace poco con una versión antigua, de hace unos veinticinco años, de Diez Negritos de Agatha Christie, influmable desde sus primeras páginas, con traducciones literales sin ningún sentido que terminan haciendote cerrar el libro y subirlo a la parte más alta de la estantería. Estas experiencias te hacen echar de menos otras traducciones que, sin poder afirmar que mejoren la forma de narrar la historia del libro, solamente con la firma del traductor te enganchan, ¿cómo no se cae en la tentación de leer La Romana de Alberto Moravia si el traductor es Francisco Ayala y el prólogo de Mario Vargas Llosa?

Pero si difícil es cambiar de idioma el texto de un libro, pongámonos en la situación de traducir un poema. ¿Es un reto mayor? ¿debe ser poeta el que la realice? ¿todo traductor está cualificado para hacerlo? ¿todo poeta con conocimientos del idoma original puede dar el sentido que buscaba el autor?

Se encuentran curiosas conjunciones como traducciones de León Felipe a Walt Whitman:

De "Canto a mí mismo":

Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.

Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.

Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.


o Fernando Pessoa traducido por Octavio Paz:

Si muero pronto

Si muero pronto,
Sin poder publicar ningún libro,
Sin ver la cara que tienen mis versos en letras de molde,
Ruego, si se afligen a causa de esto,
Que no se aflijan.
Si ocurre, era lo justo.

Aunque nadie imprima mis versos,
Si fueron bellos, tendrán hermosura.
Y si son bellos, serán publicados:
Las raíces viven soterradas
Pero las flores al aire libre y a la vista.
Así tiene que ser y nadie ha de impedirlo.
Si muero pronto, oigan esto:
No fui sino un niño que jugaba.
Fui idólatra como el sol y el agua,
Una religión que sólo los hombres ignoran.
Fui feliz porque no pedía nada
Ni nada busqué.
Y no encontré nada
Salvo que la palabra explicación no explica nada.

Mi deseo fue estar al sol o bajo la lluvia.
Al sol cuando había sol,
Cuando llovía bajo la lluvia
(Y nunca de otro modo),
Sentir calor y frío y viento
Y no ir más lejos.

Quise una vez, pensé que me amarían.
No me quisieron.
La única razón del desamor:
Así tenía que ser.

Me consolé en el sol y en la lluvia.

Me senté otra vez a la puerta de mi casa.
El campo, al fin de cuentas, no es tan verde
Para los que son amados como para los que no lo son:
Sentir es distraerse.

Para curiosos o amantes de la poesía echad un vistazo a la web A media voz donde se cuidan esos detalles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario